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LEYENDAS ALBINEGRAS. Amaro

miércoles, 3 de marzo de 2010

P.R.G. - Salón redondico


Yo tendría 9 ó 10 años cuando le conocí. No sabía bien quién era, para mí sólo era el padre de una compañera de clase que me había invitado a su casa al salir de la escuela, y la primera impresión que me llevé fue la de encontrarme ante un señor bastante mayor y algo cascarrabias. De los que infundían respeto por no decir miedo, el mismo que, imagino, sentirían los defensas rivales cuando se lo encontraran frente a frente.

Cuentan que de niño se cayó del balcón de su casa y su nariz se vio tan afectada que le quedó el apodo de “El Chato” que le acompañaría a lo largo de su carrera como futbolista, una carrera que le deparó un hueco en la historia de cada club por el que pasó. Norberto Amaro era un delantero centro nato, de los que fijaban su residencia en el área rival y machacaban las metas enemigas ya fuera con la pierna izquierda, con la derecha o de cabeza, como fuera. Su objetivo era el gol y lo conseguía con gran asiduidad, promediando no menos de 18-20 goles por temporada, aprovechándose de su potencia y su gran facilidad para el desmarque. En una ocasión un directivo del Cartagena que tenía una sastrería le prometió un traje nuevo cada vez que marcara tres goles en un partido, y fueron varias las veces en las que tuvo que ir a que le tomaran las medidas.

Nació en A Coruña en 1927, y en los equipos de base del Deportivo comenzó a darle patadas a un balón. Tras pasar por el Monforte regresó al equipo coruñés, donde fue pieza importante en el ascenso a Primera División. Con 19 años recaló por primera vez en el Cartagena, casi de carambola pues su destino era Murcia, y en la temporada 1948-1949 ascendió a Segunda con el equipo cartagenero por la ampliación de esta categoría.

Tras un paréntesis de dos años en la UD Orensana, regresa en la 1951-1952 a Cartagena, pero esta segunda estancia en nuestra ciudad se cierra con un saldo bastante triste: descenso de categoría (de Segunda División) y desaparición del Cartagena CF a causa de los problemas económicos. Amaro encuentra entonces acomodo en el Real Murcia, también en Segunda y, un año después, sin abandonar la categoría de plata, firma con el Granada CF. En tierras de la Alhambra vive uno de los momentos más duros de su carrera. En diciembre de 1953, en el partido liguero que enfrentaba a su equipo con el CD Málaga, Amaro (al que ya le precedía cierta fama de dureza) lesionó de gravedad al malaguista Antonio Serrano, fracturándole la pierna con una entrada que le valió a nuestro protagonista la consideración de jugador más violento que había pasado por el Granada hasta ese momento. Su víctima estuvo un año apartado del fútbol peregrinando de quirófano en quirófano y Amaro, además de ganarse la animadversión de su propio público, fue sancionado durante un año o el tiempo que tardara en recuperarse el lesionado. Años después Amaro decía en La Verdad: “Yo no fui culpable porque fue en una acción en la que yo tenía de espaldas a Serrano”. En cualquier caso, se benefició del indulto otorgado por la Federación Española al final de esa temporada como homenaje a Zarra, por lo que pudo volver a los campos de juego la temporada 1954-1955. Y lo hizo en Primera División con el Hércules CF, disputando 5 partidos en la máxima categoría y marcando 2 goles.

También pasó por el CD Eldense, donde fue protagonista en el ascenso a Segunda la temporada 1955-1956 en la que, además, el cuadro alicantino se proclamó por primera vez en su historia campeón de Tercera División. Y por el Xerez, club en el que cobrara 225.000 pesetas, una cantidad bastante respetable para la época.

En la temporada 1957-1958 se enrola en las filas de la UD Cartagenera, el equipo representativo de nuestra ciudad tras la desaparición del Cartagena CF. Ese año la Cartagenera se clasifica para jugar la fase de ascenso a Segunda y, en la eliminatoria contra el Atlético de Ceuta, el 22 de junio de 1958 Amaro marca el no-gol más famoso de la historia del fútbol cartagenero: su disparo fue tan potente que rompió la red ceutí y el árbitro no concedió el gol. “Indiscutiblemente fue un gol legal, pero el árbitro dijo que la red la había roto mi compañero Carriega al colgarse de ella. La realidad era que ese colegiado, paisano mío y al que ya conocía, se vendió por un coche Gordini y el importe de un anticipo de un piso que se compró. Ese árbitro era conocido por el Legionario y también por el Coyote. Empatamos a dos y después nos eliminaron en el partido de vuelta”, dijo en la misma entrevista concedida a La Verdad. Se escapó esa temporada el ascenso, pero éste se consiguió en la 1960-1961 en aquélla mítica promoción culminada en San Mamés frente al Sestao. Eran estos los tiempos en los que la Cartagenera solía rebasar los cien goles por temporada, muchos de los cuales llevaban su firma.

Retirado ya del fútbol, El 8 de enero de 1969 tuvo su partido de homenaje en El Almarjal, en un encuentro que enfrentó al CD Cartagena con combinado nacional en el que figuraban Amancio, Emilio y Veloso entre otros, y en el que Zarra hizo el saque de honor. Para entonces había iniciado su carrera como entrenador que le llevó a los banquillos de La Unión, Villena, Cartagena, Talavera y Manchego sin demasiada fortuna.

Falleció el 3 de enero de 2009 en Cartagena, dejándonos su legado de goles y llevándose el cariño de los aficionados que disfrutaron de su juego cuando el fútbol era fútbol. Hay quien dice que es, junto con Arango, el jugador más emblemático que ha vestido la albinegra. Yo no lo sé, pero pocos hay que hayan dejado una huella tan profunda como lo hizo Amaro. Y yo puedo decir, orgulloso, que una vez estuve en su casa. Muchas gracias, Chato.

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