El Almarjal nació como solución de emergencia ante la imposibilidad de seguir utilizando el campo de la Plaza de España (que estaba situado donde actualmente está el colegio de las Adoratrices) por acabar el contrato de arrendamiento del mismo. Por este motivo y por el temor a que el Cartagena FC no dispusiera de un campo en el que disputar sus encuentros de la próxima temporada, Carlos Avalos, entonces presidente del club, solicitó al Ayuntamiento una parcela para la construcción de un nuevo estadio. Esta solicitud se presentó en abril de 1925 y, en la sesión de la Comisión Permanente del 8 de mayo se acuerda pasar a informe de la Comisión de Fomento la petición para que se conceda el terreno necesario a fin de instalar un campo de foot-ball en El Ensanche (El Eco de Cartagena, 11 de mayo de 1925).
El 27 de mayo se procedía a la medición de estos terrenos con la presencia de los directivos del club y del encargado de las obras, el maestro Señor Huelgas. Tras esta medición, el Ayuntamiento acordó ceder gratis una parcela de 30.000 metros cuadrados a la izquierda del paseo que conduce a la Estación, que se hallaría a la entrada del futuro parque de recreo que ha de adornar nuestra gran ciudad, según se lee en la prensa de la época, aunque de ese parque nada más se supo. Los trabajos se realizaron a todo tren y, menos de cuatro meses después, se inauguraba el que, con el tiempo, sería El Almarjal. Y digo con el tiempo porque en sus orígenes se denominó simplemente Stadium y más adelante Estadio Cartagenero.
En ese año de 1925 era alcalde de Cartagena Alfonso Torres, recordado como uno de los mejores que ha tenido nuestra ciudad. Por estas mismas fechas se procedía a la reforma de la calle Real, y era tema recurrente la “traída de las aguas”: Cartagena sufría por entonces una preocupante escasez de este elemento, y una de los mayores reivindicaciones del alcalde Torres era conseguir un medio de abastecimiento adecuado, para lo cual llegó a organizarse una gran manifestación en Pozo Estrecho.
España, regida por Primo de Rivera y su Directorio Militar, ponía fin ese año a la “campaña de Marruecos” (donde se decía “campaña”, debemos entender “guerra”) con el Desembarco de Alhucemas y la rendición de Abd-el-Krim.
El primer premio de la Lotería Nacional era de 100.000 pesetas (unos 600 euros). En el lujoso Café Restaurant Palma Valenciana, en la calle Mayor se comía por 4,50 pesetas (poco mas de 2 céntimos de euro) el cubierto. La gasolina podía comprarse a 0,35 pesetas (menos de medio céntimo de euro) el litro y, si queríamos estar informados, podíamos suscribirnos al periódico por 2 pesetas (0,01 euros) al mes y leer allí, por ejemplo, las faenas de Chicuelo o Belmonte.
2 comentarios:
A ver si es verdad que hacen en el Mundial 82 lo que están anunciando y no se queda en agua de borrajas como el Palacio o el campo de la Urbanización Mediterráneo.
Un saludo.
http://blogdedubo.blogspot.com
Ver para creer...
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