Una cosa. El árbitro dijo que había fuera de juego, y le anuló un gol al Huesca cuando todavía estábamos abriendo la bolsica de pipas. No había fuera de juego. Escucha... presta atención... ¿Oyes algo?... No, ¿verdad?. Yo tampoco. Ahora no nos quejamos.
Y otra cosa. Tato volvió a hacer una de las suyas. Cada vez estoy más convencido de que tiene personalidad múltiple: Messi cuando lleva el balón y Julio Salinas cuando remata. Esta vez, además, ese no-gol suyo pudo costarnos caro, pues acabamos encerrados en nuestra área y pidiendo la hora, sufriendo más de lo necesario. Que conste que yo soy tatista. Pocos jugadores son capaces de poner de pie un estadio con su genialidad como hace el Mágico Tato, y estoy seguro de que acabará marcando lo que ahora falla. Lo que espero por su bien es que esto suceda antes de que la grada pierda la paciencia, que de momento vamos ganando y se perdonan cosas que en otras circunstancias serían motivo de bronca.
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