Es una tendencia natural del ser humano. Pasó con mayo del 68, con el Woodstock del 69 y con tantos otros eventos que no debemos extrañarnos que también pase ahora con el FC Cartagena. Estoy hablando del apuntacarrismo. El apuntacarros genuíno es ese que siempre tiene en la boca el yo estuve allí. Da igual si es verdad o mentira, pero si te la quieres dar de progre tienes que decir que estuviste en el mayo francés. Si de hippy alternativo, en Woodstock. Y si de leal seguidor, que fuiste abonado del Cartagena en Segunda "B" e incluso en Tercera. Ser apuntacarros genuíno te da derecho a engolar la voz cuando hables del tema en cuestión, a sacar pecho y a decir a los demás tú no sabes lo que dices y no puedes opinar de eso, pero yo sí, que para eso estuve allí. Y, circunscribiéndonos ya sólo al FC Cartagena, también te da derecho, en una graciosa carambola semántica, a llamar apuntacarros a los aficionados que se abonaron tras el ascenso. Y a mirarles por encima del hombro.
Lo curioso es que si los que pregonan su yo estuve allí hubieran estado de verdad habría sido imposible que fracasara la revolución parisina, en Woodstock se habrían hacinado millones de personas y el FC Cartagena habría tenido 12.700 abonados en Segunda "B" e incluso en Tercera.
Por eso no me extrañaba ver la temporada pasada a Paco Gómez enfadado porque sólo iban 9.000 espectadores al campo cuando, si te crees a todos los del yo soy abonado desde 1997, cuando el Cartagena vagaba por las cloacas del fútbol iban al Cartagonova como mínimo 12.700 seguidores. Lo que pasa es que iban de camuflaje y aplaudían en voz baja, y por eso parecían sólo 2.000.
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